La realidad es la que es y no la que te cuentan en los medios de comunicación mainstream. Uno, si tiene la mente abierta a nuevas experiencias y hace durezas en su espalda a base de llevar latigazos, y que éstos cicatricen; puede entrar en el mundo del LSD de las noticias fuera de los canales oficiales: medios generalistas, tertulianos, cualquier televisión, etc.

Este nuevo mundo de informaciones de contrabando, de periódicos de notas de estraperlo, de censura woke hay que estar muy fino para llegar a noticias que te pueden explicar el pulso de la realidad. 

Recuerdo un pleito, hace muchos años, donde aprendí por la fuerza que la realidad física prevalece sobre la realidad jurídica del registro de la propiedad. Que el tercero de buena fe y sus derechos, sí. Pero depende. 

Escribo esto como ejercicio de desahogo de una situación injusta de un tercero. Como forma de expresión informativo de una nota de estraperlo. No intervengo como abogado en este asunto pero que creo que refleja muy bien en la situación social real en que estamos.

Un persona razonablemente solvente alquila una vivienda en 2017, a muy buen precio, trescientos (300) euros más IPC, lo que resulta sorprendente a día de hoy. Sin duda, mucho mérito de políticas sociales y socialistas. En 2024, toca renovación de precio y suben a seiscientos (600), ninguna salvajada.

Esta persona encuentra pareja y se va a vivir con el arrendador. Esta persona acaba la relación con denuncias de por medio (ya no era la primera vez)-. Son hechos que no están valorados. El arrendador se va de la vivienda hace seis meses al finalizar la relación. Paga estos seis meses de renta para no tener líos y comunica al arrendador -que ya había dicho que subía la renta- que no va a renovar. 

La persona, pareja del arrendador, que ocupa el piso, notifica que quiere subrogarse en la posición del arrendatario, que se ha ido a vivir a otro lado. La empresa dice que vale, sin problema, pero que son seiscientos euros de renta. 


La persona que pretende subrogarse dice que no, eso es caro. Que no tiene dinero. 

La empresa dice: vale, busca una vivienda que el día 10 acaba el contrato y el arrendador entregará las llaves. 

La persona dice: no. No encuentro nada de bien como este piso, por este precio (que no pagaba). No me voy. 

Arrendatario no ocupante: aquí tiene las llaves de la posesión. 

Arrendador: se lo entregamos libre de ocupantes. Aquí hay gente y la llave no funciona. No me está entregando la posesión, usted me debe abonar los 300 euros de la renta más 300 por daños y perjuicios porque podríamos estar ganando ese dinero con otro inquilino.

Ocupante: gratis. No va a pagar un solo euro.

Arrendatario: con un lío, paga el pato. Si no hay dinero para embargar en sueldos o ahorro; o es vulnerable, pues el lío solo tiene un destinatario.

Arrendador: con un lío. Tiene un ocupa, no dispone del piso, tiene que contratar a un abogado y a procurador, pagar el certificado, requerir para el desahucio advirtiendo de no se cuentas historias para que admitan la demanda a trámite, rezar a cualquier deidad en la que crea para poder recuperar el inmueble; que el ocupa no sea vulnerable y esté obligado a mantenerlo, que el arrendatario no sea insolvente y no pueda cobrarle.  

Y esta es una historia más de los cientos de miles que habrá por ahí, que explica por qué no hay mercando de alquiler y por qué las rentas bajas están siendo expulsadas del mercado. 

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